Fanfic: una mujer inocente -vondy

¡Lo que era ser un héroe! Dulce apartó la vista para ponerse rígida de desmayo al notar un bulto que se agitaba en el asiento del conductor. A menos que estuviera muy equivocada, había algo vivo dentro. Con una oleada de pánico, saltó disparada del Range Rover al suelo polvoriento con la suficiente fuerza como para quedarse sin aliento.

-No estás contenta a menos que seas el centro de toda la atención masculina, ¿verdad?-comentó Christopher de forma desagradable inclinándose hacia ella, que había caído de rodillas. Dos de sus hombres de seguridad habían salido del vehículo de atrás a ver qué había pasado.

Roja como una amapola, Dulce susurró:

-¡Hay una serpiente en el coche!

-¿Y qué? Es una de las exquisiteces locales.

Christopher la volvió a meter en el asiento y la cubrió las piernas con la manta. Transpirando de miedo, Dulce observó al policía atar con más fuerza el saco del asiento de al lado.

-Por favor, sácalo de ahí, Christopher -murmuró asomando por la ventana-. ¡Por favor!

Una esbelta mano morena alcanzó el saco y lo colocó en el asiento de atrás.

-Gracias -susurró al sentarse él tras el volante.

Un rayo de sol destelleó en su pelo negro como el ala del cuervo. Dulce apartó los ojos de la tentación y se odió así misma. ¿Por qué tenía que ser la memoria tan física? Se removió en el asiento, amargamente avergonzada de recordar tan bien lo sedoso que su pelo podía llegar a ser.

-Así que dime, bajo tu punto de vista, cómo aterrizaste en una celda en menos de veinticuatro horas de tu llegada a mi país.

-Ayer decidí ir a ver las cuevas de hielo de Zongo Valley.

-¿Vestida como vas ahora? -cortó Christopher con incredulidad-. ¿Con minifalda y tacones altos?

- Yo... ¿Minifalda?

¿Es que consideraba él sus rodillas tan provocativas?

-La subida hasta las cuevas es de un par de horas para un montañero experto.

Dulce apretó los dientes.

-Mira, yo simplemente vi el cartel del hotel. ¡No sabía que había que ser un atleta para llegar hasta allí!

-¿Cuándo te enteraste de la realidad?

-Cuando salí del taxi y me encontré a tres tipos barbudos y muy tostados, con botas de montaña subiendo por la colina -admitió con voz glacial-. Entonces decidí volver andando a visitar el lago y cuando me di la vuelta para decírselo al taxista, ya había desaparecido con mi bolso.

-Jorge sospechaba algo así.

-¿Quién es Jorge?

-El policía del pueblo.

-Me habían robado el bolso. Había desaparecido con el bolso en el asiento trasero.

-Puede que fuera un descuido por su parte. ¿Le pediste que esperara?

Dulce se puso rígida.

-Bueno, pensé que había entendido...

-¿Sabes el número de licencia del taxi?

Ella sacudió la cabeza enfadada.

-Puede que todavía aparezca tu bolso. De todas formas, fuiste imperdonablemente descuidada.

-¿Ya me estás echando el sermón?

-Cuando te encontraste colgada, ¿Qé hiciste?

-Cuando comprendí que no iba a volver y que el sitio estaba desierto, empecé a andar y... paré a una furgoneta. No te puedes imaginar lo agradable y poco amenazador que parecía el conductor cuando subí...

-Te creo. Y supongo que se pararía. ¿Entonces qué?

Dulce alzó la barbilla.

-Me ofreció dinero y mientras yo lo rechazaba, se arrojó sobre mí. ¡Pensé que iba a violarme!

-Tengo entendido que le diste una patada en sus partes y le arañaste. Pareces capaz de defenderte tú sola. Pensó que eras una prostituta...

-¿Una qué? -explotó ella.

-¿Por qué crees que te ofreció dinero? Las turistas no viajan solas en Bolivia, ni hacen auto stop solas.

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